Bogotá, septiembre de 2022-. La preocupación de una madre bogotana por la seguridad de su hija, por el daño que podría hacerse ante el riesgo de caídas, se convirtió en una próspera idea de negocio y una tabla de salvación para centenares de familias que necesitan cuidados especiales para algunos de sus miembros.
A la bebé de Maira Alejandra Garzón no le detectaron a tiempo displasia, una condición médica que hacía que sus primeros pasos estuvieran marcados de aparatosas caídas. Allí comenzó su preocupación, y a la vez, la búsqueda de una fórmula para evitar que se maltratara.
“Me dolía el alma al ver que se podía lastimar muy fuerte, y también comprendí a muchos conocidos que tienen hijos con algún tipo de discapacidad o con problemas de coordinación y que debido a accidentes caseros habían tenido incluso que someterse a complejas cirugías”, asegura.
Es así como en el 2020, en plena pandemia, sin poder ejercer su profesión – es docente de química y técnica en Diseño e Integración Multimedia – debido al confinamiento, con una bebé de apenas un año, y sin independencia económica, nació Ideas Innovadoras Alejandra Garzón SAS.
Gracias a que, a los 15 años, en plena adolescencia, aprendió a usar la máquina de coser, y eso se convirtió en su fórmula de ingresos durante su época universitaria, comenzó a ver que ese podría ser el camino para concretar su sueño.
“En esos días, una de las cosas que me inspiraron es que, basada en lo que quería para mi hija, me di cuenta que los cascos antigolpes que había en el mercado eran muy caros, e inaccesibles para muchas familias, como la mía. Comencé entonces, en un cuarto de mi casa, con material ortopédico y algodón, a fabricarlos”, cuenta la empresaria.
Sus primeras ventas fueron a través de plataformas digitales y redes sociales. Allí conoció las necesidades de quienes tenían sus mismas preocupaciones. Entonces, su determinación fue no quedarse quieta: llegar a más personas.
“Los padres que tenemos hijos con algún tipo de problema de salud o discapacidad queremos que están cada vez más protegidos; nos angustiamos cuando bajan una escalera o sencillamente salen al parque; por eso ahora hago protección para diferentes partes del cuerpo, todas para niños”, dice emocionada la microempresaria.
Sus diseños, además, como están llenos de colores y dibujos, ayudan a que sean más aceptados por los niños que los usan, y sean una acción divertida y no de estricta seguridad.
En 2021 recibió capital semilla de la Secretaría de Desarrollo Económico, a través del Fondo Emprender. Pudo fortalecer su empresa, y actualmente, con cinco mujeres más en un taller en el barrio La Granja, en el occidente de Bogotá, está materializando lo que es hoy su proyecto de vida: es empresaria, aporta a la economía de su familia y las de sus trabajadoras, y pone su grano de arena para el bienestar de las familias que buscan opciones como lo hacía ella.
Su meta es crecer en ventas y llegar a otros países, y seguirse beneficiando de los programas del gobierno Distrital, de los que asegura, admira su trabajo por el empoderamiento de las mujeres, y el apoyo para mejorar habilidades digitales.
“Creceremos más, llegaremos lejos”, esa es su visión.