Nuevo Índice de Seguridad Alimentaria revela fortalezas y riesgos del sistema alimentario de Bogotá
Resumen
Bogotá publica por primera vez un Índice de Seguridad Alimentaria que revela cómo está funcionando realmente el sistema que alimenta a más de ocho millones de habitantes. De acuerdo con el informe, la ciudad obtuvo 76,8 puntos en 2023: buen acceso y abastecimiento, pero vulnerabilidades en sostenibilidad e inocuidad por efectos climáticos, delitos ambientales y riesgos sanitarios.
Foto: Christian Martínez
Bogotá, D.C., 15 de diciembre de 2025. Bogotá presentó oficialmente el Índice de Seguridad Alimentaria (ISAB), una herramienta que por primera vez permite evaluar de manera integral qué tan preparado está el sistema alimentario de la ciudad para garantizar el acceso a alimentos seguros, nutritivos y suficientes. La medición ofrece una mirada detallada a las fortalezas y vulnerabilidades del abastecimiento, un aspecto clave en una ciudad de más de ocho millones de habitantes que depende en más de un 80% de alimentos provenientes de otras regiones.
El índice, construido a partir de 13 variables que agrupan disponibilidad, acceso, consumo, sostenibilidad e inocuidad, consolida una metodología rigurosa que alinea estándares técnicos internacionales con las necesidades de monitoreo territorial de Bogotá. El resultado de la línea base para 2023 fue de 76,8 puntos, un desempeño que indica estabilidad general del sistema alimentario.
De acuerdo con esta medición, la ciudad muestra avances importantes en acceso y consumo, con mejores indicadores de pobreza monetaria, lactancia materna exclusiva y reducción de la desnutrición aguda infantil. También se mantiene la disponibilidad de alimentos gracias a la solidez del abastecimiento de frutas, verduras y cárnicos, que llegan a diario desde las regiones productoras.
Pero el ISAB también expone alertas que requieren atención inmediata. En sostenibilidad y adaptación, el índice refleja la presión que ejercen delitos ambientales, afectaciones a corredores logísticos y riesgos derivados de variaciones de temperatura. Y en calidad e inocuidad, la incidencia de enfermedades transmitidas por alimentos y las tensiones sobre la cadena de frío confirman la necesidad de fortalecer la vigilancia sanitaria y las prácticas de manejo.
“Bogotá necesitaba una medición clara y confiable de su seguridad alimentaria. El ISAB nos permite ver dónde estamos fuertes y dónde debemos actuar con urgencia. Tener este diagnóstico nos da capacidad de anticiparnos, proteger a las familias más vulnerables y asegurar que los alimentos que llegan a la ciudad sean seguros y de calidad.”, detalló Gabriel Angarita, director de Estudios Económicos de la Secretaría de Desarrollo Económico.
Con esta herramienta, Bogotá busca orientar mejor las decisiones públicas, coordinar con las regiones proveedoras y fortalecer la resiliencia del sistema frente a choques climáticos, sociales y logísticos. La publicación de la metodología marca un paso decisivo para construir una política alimentaria basada en evidencia y enfocada en garantizar el derecho a la alimentación en la ciudad.
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