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Bogotá, 23 de enero de 2022-. Javier De Castro quería salvar el planeta; ese era su gran sueño con apenas 22 años, y recién salido del colegio. Muchos, admite hoy, más de 15 años después, lo creían un loco idealista, que ocultaba tras ello su falta de deseo de una educación universitaria.
Pero no fue así, con ZhanaSolutions ya está poniendo su gran grano de arena para que haya más prácticas sostenibles en un sector que es un gran contaminante de los cuerpos de agua en todo el mundo: las cocinas. Actualmente se autodefine como inventor, con 12 años de experiencia en desarrollo de Greentech en tratamiento de aguas con patente otorgada.
Él, hijo de una funcionaria pública, que quería verlo graduado como profesional, decidió revelarse y dejar las aulas. Quería otras cosas, asegura, y no encontraba en la academia lo que lo inspiraba. “Siempre quise hacer algo en el mundo, por la sostenibilidad, y en ese momento emprendí un viaje por Colombia, quería conocer su esencia, y allí entendí, desde la Sierra Nevada que había que hacer algo con el agua para salvar el mundo”, asegura.
Tenía claro que a través de la tecnología se podía llegar a esa meta, y así comenzó a crear su caja que permite atrapar los residuos grasos en cocinas industriales, mejora el tratamiento del agua y genera eficiencias operativas creando un equilibrio sostenible entre la industria y el medio ambiente.
En ese momento, señala, los emprendedores eran vistos como “unos vagos a quienes no les gustaba trabajar ni estudiar”, y el camino fue muy difícil. Así pasó 6 años buscando recursos, buscando oportunidades para materializar su proyecto y estudiando muchísimo sobre la optimización de procesos ambientales,
Fue entonces cuando decidió de ser un Don Quijote, y buscar un socio que se encargara de lo que, enfatiza, hace realidad y apalanca las buenas ideas: el dinero.
Allí nació su amistad y sociedad con Francisco Vivas, un “duro” en el área del financiamiento y hoy día el CEO financiero de ZhanaSolutions. Entre los dos crearon empresa, buscaron recursos y han llegado a consolidar la empresa y tener varias patentes en el mercado.
En 2020, en medio de la pandemia, pensaron que ese camino que ya habían recorrido se iba a acabar, que todo finalizaría y quedaría con deudas y muchas metas por cumplir; pero no, con determinación hicieron los pilotos y decididos a sobrevivir.
Y lo han logrado, ya trabajan con importantes empresas de restaurantes en la ciudad y esperan tener, en 2027, 18 mil máquinas operando, no solo en Bogotá, sino en Colombia y toda América Latina.
Con las trampas de grasas que ha inventado y patentado, se puede, según explica Javier, evitar que se contamine el agua y que sus usuarios puedan darles la correcta disposición certificada a sus residuos. No solo es un recurso accesible para las grandes marcas, sino también está al alcance de los pequeños lugares que ofrecen menús familiares, y la intención es llevarlo también a comedores escolares y de empresas.
Con el Distrito se ha vinculado al programa Negocios Verdes Innovadores de la Secretaría de Desarrollo Económico, con el que se busca el fortalecimiento de los planes de innovación de productos, procesos o servicios con un enfoque de sostenibilidad.
Las metas que quedan son aún muchas, insiste Javier, seguir recorriendo un camino que ha sido largo y difícil, pero sumamente reconfortante: “no vamos a bajarnos del bus; uno cuando tiene un hijo no lo devuelve a pesar de lo malo, es lo mismo con un emprendimiento; se sigue trabajando; aquí está toda mi pasión, ya tenemos mucho camino ganado, el resto es disciplina y constancia”.
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